amplificadores valvulares actuales
con todo el sentimiento y lo mejor de la razón
Los amplificadores a
válvulas que se fabrican en la actualidad, constituyen el punto
de encuentro de las dos tendencias existentes. Los compradores de transistorizados
de última generación, y los buscadores de valvulares clásicos.
Si así lo prefiere, las razones primero
La razón, atributo
de todos los seres humanos -inteligentes o no-, constituye una herramienta
clave en el proceso cognoscitivo. El razonamiento inteligente, aquel proceso
mental que surge en forma espontanea, con una gran componente intuitiva
y que luego es gratamente convalidado por la experiencia, es el único
que nos es útil en el audio de precisión.
Aquellos que vivimos y trabajamos
dentro de este mundo de sonidos, nos hemos hartado de las teorías
especulativas y del empirismo mal instrumentado. No cualquier teoría
tiene validez pragmática en el mundo del audio. En el audio de alto
grado se concibe a la teoría como un elemento unificador de las
evidencias experimentales de percepción. Luego, esta teoría
sirve de base para futuros ensayos. Las teorías más respetadas
son -y no por casualidad- las más simples. Aquellas que habiendo
surgido de la solución de problemas especiales terminaron convirtiéndose
en enunciados de alcance general.
Un ejemplo claro, lo constituye
la archidemostrada teoría que nos dice que: "cuanto más
corto es el camino a recorrer por una señal de audio, y cuanto menor
sea el número de elementos que encuentre a su paso, mejor".
De acuerdo con esta teoría "fundamental" del audio, las
topologías valvulares actuales, se encuentran -por su simpleza-
mucho más cerca del "amplificador ideal", que sus pares
transistorizadas. De esta forma, queda sin fundamento toda especulación
de base teórica que involucre circuitos complejos en su implementación.
Por otra parte, la menor
cantidad de elementos hacen que el "tweaking" sea más
económico y más efectivo en forma simultánea. También
es posible utilizar, dentro de un mismo canal y para distintas etapas,
válvulas que sean sonicamente complementarias, permitiendo realizar
de esa forma, un "tune-up" imposible de implementar en circuiterías
de base transistorizada. De ahí la actual proliferación de
amplificadores valvulares modernos inspirados en el célebre circuito
de Williamson, cuya obra maestra titulada: "El Amplificador Ultralineal",
aparece editada por primera vez en 1947. La supervivencia del circuito
por casi cincuenta años lo demuestra: Williamson tenía razón.
El sentimiento impulsor.
Nos guste o no reconocerlo,
el sentimiento afecta nuestras decisiones de una manera mucho más
significativa de lo que lo hace la razón. Usted se preguntará:
¿que tienen que ver cosas como el amor o la teología con
la electrónica?. Nada. La electrónica es razón pura..
Pero, la electrónica que nos interesa es la aplicada a la reproducción
musical, y el último eslabón de la cadena es un fenómeno
de percepción. Por otra parte existe una curiosa tendencia en el
ser humano a conservar el sentimiento de que todo lo originario o anterior
era mejor. Cuantas veces hemos escuchado expresiones tales como: "el
café de antes tenía otro aroma", o "las baguettes
antes eran más ricas". A pesar de ser solo sentimientos, quién
podría atreverse a negarlos, y con qué argumentos. Si así
lo siente el que lo expresa, es su realidad psíquica, y por lo tanto
para él es verdadero.
Cuantas canciones de moda
habremos escuchado con los amplificadores valvulares de nuestros abuelos,
conectados a los parlantes de la época, que hacían de su
"musicalidad" su principal -cuando no su única- virtud.
Nadie puede sentirse libre de la influencia de esta clase de vivencias
juveniles. Durante muchos años consideramos a los "clásicos"
a válvulas, de acuerdo con una tradición de raíces
nostálgicas, como un símbolo de la alta fidelidad. No estamos
aquí para criticar a los "Buscadores de McIntosh", sino
para entenderlos. Aunque bien sabemos que los legendarios Macs, si bien
pueden ganar más de un round a un equipo moderno, hoy no están
como para competir en las ligas mayores. No al menos en el estado en que
se encuentran en el altillo. Pero que tal si en vez de un Mac de 1955 con
los cables salados y los capacitores podridos, es uno recién hecho,
con el circuito rediseñado, cables OFC y donde antes había
capacitores calidad "factory" ahora hay Teflon y estireno. Y...,
el sentimiento sigue estando. Pero cuidado!!. Este Mac además pega.
Dos filosofías dentro de un mismo mundo.
Así encontramos,
con solo dar un vistazo a la situación actual del audio avanzado,
dos posturas claramente diferenciables en cuanto a lo que a elección
de soporte electrónico se refiere. Por un lado encontramos a los
devotos de los dinosaurios de estado sólido. Verdaderas "bestias",
sin problemas de potencia, dinámica o control. Por el otro lado,
están los intransigentes "valvuleros", atesorando piezas
célebres del audio, como son los McIntosh, Marantz, Radford, Quad
o los Leak. Piezas dignas de la más alta veneración.
Pero si nos paramos en el
"spot" del estado sólido, percibimos el sonido de los
"clásicos" a válvulas como un sonido relajado,
apacible, cálido, terso y dulce. Un sonido que pareciera jamás
fatigarnos. Agradable por lo "gordito"", pero con un contorno
excesivamente parejo. Un sonido "Snoopy". Demasiado redondo para
pasar por perro de verdad.
Parados ahora en el "spot"
valvular clásico, si tuviéramos que caricaturizar al sonido
"Solid State" actual, resultaría algo muy parecido al
"Pájaro Loco". Veloz, aristoso, dinámico y detallado.
Algo más semejante al sonido "vivo", pero demasiado agresivo
como para considerarlo amigable, y con un marcado tinte a artificialidad.
El punto de equilibrio.
Todos quisiéramos
tener en casa la musicalidad de los valvulares clásicos y la dinámica
de los transistorizados actuales reunidas en un mismo aparato. Soñar
resulta muy fácil, pero en el universo de lo real solamente podemos
atinar a encontrar un punto de equilibrio. Podríamos tal vez renunciar
al anclaje en bajos del mejor transistorizado si tuviésemos al menos
algo de "slam" que nos hiciera creer que el control efectivamente
está. También sería posible olvidarnos del confortable
sonido a "living room" que durante tantos años nos entregaron
las válvulas 6L6 de nuestro adorado McIntosh 240, si fuese por obtener
un sonido con la misma musicalidad pero bastante más creíble
en términos de velocidad.
Hoy por hoy, el verdadero
equilibrio lo proponen los equipos valvulares actuales. Dignísimos
descendientes de una recia estirpe de verdaderos "comunicadores"
musicales, y que además cuentan con la incorporación de todos
los adelantos que la tecnología actual nos brinda. Guardan en si
mismos, lo mejor de ambas escuelas, y constituyen sin duda alguna, el mejor
compromiso. Es decir, el equilibrio anhelado.
Conclusión.
Si usted aún escucha
música con un "clásico" valvular, es hora de que
piense que no es normal que tenga que ir a la casa de un amigo para escuchar
alguna vez un bajo. Tal vez sea hora de que abra la ventana y deje entrar
el "aire" renovador que solo tienen los equipos valvulares de
la actualidad. Ponga su McIntosh en una vitrina, o recárguelo con
pólvora y munición frescas, y comience a disfrutarlo. Si
usted todavía escucha en estado sólido y no sabe lo que es
el sonido valvular, no pierda más tiempo, y convierta su sonido
de "igloo" en sonido "bungalow". Póngale válvulas
a su vida, y verá que se puede vivir mejor.
G.P.
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