otra visita a
Gonzalo Oxenford

Nuevamente en recorridas audiófilas y, nuevamente, en la casa de Gonzalo Oxenford.

Esta es para mí una visita para mi casi obligada ya que, dejando de lado la enorme amabilidad de Gonzalo, en su casa uno puede toparse con elementos de audio de esos que sólo se ven en fotos, y a veces ni siquiera así.

Ya he hecho la reseña de sus 4 sistemas de sonido, pero esta visita en particular estaba directamente dedicada a su sala "mediana". Pero el adjetivo solo aplica al tamaño, ya que la sala en sí es sofisticada y se nota un gran empeño invertido.

Lo interesante de esta escucha era poder contrastar esta sala antes y después de la obra acústica realizada por Sergio López. Si bien hubo cambios sutiles en los componentes -Gonzalo es muy inquieto en su búsqueda personal- de no haber habido cambios de fondo, la influencia del marcado carácter sonoro de la sala seguiría haciéndose notar.

Voy a empezar por lo primero, y lo más fácil, que es la descripción de los componentes del sistema comenzando por las cajas: unas Audio Note AN-E con sus stands asimétricos (las patas de las bases mirándola de frente tienen anchos distintos, para evitar que se creen picos de resonancias con una solución práctica y efectiva, siendo la segunda vez que lo veo en un soporte, después de la japonesa T.A.O.C.). Si uno las mira desprevenidamente, acostumbrado a tanto hightech, dead resonant cabinets, materiales esotéricos, multivías, configuraciones de xovers elaboradísimas y tamaños enormes, parecen un proyecto de garaje de fin de semana con "los drivers que tenía a mano".

Es que el modesto tamaño, los drivers simples por llamarlos de alguna manera -un woofer de cono de papel ultraliviano de 8" y un tweeter de seda impregnada de 1"-, divisor de 1er orden, mueble sintonizado a los drivers pero no para evitar que vibre, sino que lo haga en simpatía, me pone adelante de un bafle con una marcada dirección, y esa dirección es el voicing que quiere darle el diseñador.

Gonzalo me contaba que son obra de un ingeniero que trabajaba en Snell Acoustics, y las semejanzas a simple vista con los modelos Type E y Type J son más que evidentes. La misma filosofía de "colorear" el bafle la aplica John Devore en su serie Orangután. Sé que estos no son bafles para todo el mundo, pero a quienes les gustan les roba el corazón.

La amplificación estaba a cargo de dos monoblocks DIY de 30 watts creados por Claudio Low Tanne, con válvulas KT-120 y con la posibilidad de ser configurados en triodo/pentodo mediante un switch manual.

La preamplificación de línea estaba a cargo de un Krell KRC-3, el modelo tope de su serie del año 1995, la preamplificación de phono, de la mano de un Audio Research PH3. Las fuentes de sonido eran una bandeja MicroSeiki DQX-1000 con brazo Thomas Schick y una cápsula Hana, la parte digital estaba corría por un streamer i-fi Zen manejada por Roon/Tidal. Los cables son de plata pura/algodón de Jorge Peralta en interconexión y Purist Audio en cajas.

Centrándonos en la sala, se trata de un espacio contiguo al patio de su hermosa casa usado como music room. En ella conviven el equipo, el piano donde Gonzalo toca y estudia, y la discoteca dedicada al rock/pop.

Antes

El recinto mide 3 x 8 x 2.9 mts. Aproximadamente, y el sonido que se experimentaba en él antes del tratamiento acústico era bastante pobre en relación con potencialidad de los equipos instalados. Como resultado, tenía complicaciones que hacían que no hubiese “enganche”, por ningún lado. Todo estaba teñido por la resonancia de la sala en torno, creo, a los 50 hz, que se llevaba todo. Si no se abusaba del volumen podía escucharse, aunque había cosas muy raras. Al no poder ser compensado en graves, el balance tonal estaba claramente corrido a los agudos. La imagen estéreo era difusa y la reverberación excesiva hacía que el ritmo fuese confuso, con lo que la música perdía compostura y dinámica.

Si bien todo esto parecía indicar una catástrofe sonora inevitable, el equipo en sí mostraba credenciales potenciales para un buen sonido, y ahí es cuando entró Sergio López a la cancha.

Acá voy a hacer un paréntesis en cuanto a la neutralidad de mi opinión y es que Gonzalo tiene muy en claro que es lo que quiere, lo cual presuponía un reto al tratamiento acústico. Porque más allá de querer una sala neutra y fiel al evento grabado en el soporte, hubo unas exigencias en cuanto al resultado final, y en unos momentos las voy a exponer y contrastar contra lo que escuché después.

Después

Primera escucha después de los cambios. ¡Menuda diferencia!

El disco de vinilo que estaba girando fue nada más y nada menos que Breaking Silence de Janis Ian, en 1ra edición Premonition Records de 1993.

Para quienes no la conozcan, la canción homónima del título es un test casi obligado para cualquier equipo que se precie de ser dinámico. A mi gusto la grabación tiene algunos peros muy chiquititos, una ligera sibilancia en algunos párrafos y las voces grabadas demasiado para el lado "anecoico". Eso sí, el silencio del combo Micro Seiki/Schick/Hana/Audio Research sumados al rango dinámico de la grabación y en particular de esta canción, dieron como resultado un excelente contraste dinámico.
El trabajo realizado por el woofer de papel es óptimo en su capacidad, casi se diría que van contra toda lógica mecánica.
La sección instrumental después del primer coro mostró un empuje que desafiaban el tamaño de las cajas. No medí los SPLs en el punto de escucha, pero rondaban los 100 dBs sin pestanear, miraba los woofers azules para ver si no se habían desintegrado y ahí estaban, estoicos, llevados al límite de su capacidad.

El omnipresente reverb de la sala que antes borroneaba todo, brillaba por su ausencia.

Todo esto con unos simples 30 watts. Estas cosas son las que me hacen pensar en la real necesidad necesidad de cientos de watts. Pero es bueno mantener las comparaciones en su sitio, las cajas tienen más de 95 dB/w/m y el punto de escucha está a dos metros y medio aproximadamente.

Ya pasado el primer impacto Gonzalo puso el R2R Revox B77 con "Café Blue" de Patricia Barber, copia del máster a 15 ips de la misma Premonition Records anterior. Se descubre así que no todo son patadas y cañonazos. La finura y el control del sistema mostraron acá sus credenciales.

La grabación es modesta en graves. Yo la conocía un poco pasada de agudos, pero era porque nunca había escuchado la cinta.

No hubo agresividad ni sibilancias extrañas, imágenes 3D de tamaño correcto entre las cajas, calidez, medios muy buenos. La mejor versión de este disco que escuché hasta ahora.

Ya con los amplificadores más calientes, fue el momento en el cual Gonzalo me dijo "¿querés que pase los amplis a triodo?" En mi cara seguro se debió haber notado mi felicidad por la prueba. Un sencillo click y se hizo la magia.

Los medios, que ya eran muy buenos, pasaron a tener una "sedocidad" que gusta mucho. Lo mismo sucedió con la escena sonora que ganó distancia hacia la pared de atrás de las cajas, la verdad que ese par de amplificadores de Claudio me encantaron.

Como todo en la vida, por lo menos en la vida mundana, siempre hay peajes que pagar: el pasaje a triodos se lleva un poco de esa dinámica que parecía ilimitada en el pentodo, y también información en las frecuencias más agudas y en el extremo grave. Pero como eso está a una perilla de distancia podría vivir feliz con ese detalle. Dicen que para todo lo demás existe el Audio Note Ongaku ¿no?

Como me gusta exprimirles hasta la última gota posible a los equipos y sacarlos de su zona de confort, le empecé a tirar canciones más complicadas en las que si algo no anda o falta, son la mejor prueba para marcar los límites del sistema, y para esto conectamos el streamer.

Quería sacarme las dudas de la extensión final y el control último de graves, por lo que use tres de mis canciones de test preferidas:

La primera, "Versions of thruth", del disco homónimo de la banda norteamericana Pineaple Thief. Al principio tiene una serie de tonos de sintetizador que no se bien las frecuencias por donde pasan, pero arrancan en 50 hz para terminar en 20 hz (aprox). Son brutales para sentir si algo resuena, o si hay cancelaciones por problemas de fase porque deberían sonar todas al centro. No pasó nada de eso, salvo la última y más profunda nota que no tiene el peso que debería pero es un woofer de 8" y está contemplado que eso suceda.

La segunda fue "Stars", del trío del baterista Wolfgang Haffner, una toma en vivo del sello ACT, no precisamente ejemplar justo en la batería por unos paneos medio extraños pero sí con un contrabajo clavado en medio de las cajas que se pasea por todas las notas habidas y por haber, con un walking sólido y contundente, brillando en el solo con una buena definición. Y el remate de la canción después de la coda del piano con el tutti de la banda entrando quien sabe a cuantos dBs de diferencia contra el fondo de la banda, en un momento temí por las pobres Audio Note porque ese embate es salvaje, pero pasaron la prueba sin apenas pestañear.

Y seguí con ese potro de tortura en articulación de graves que es "Thanks to you" del disco "Dig", de Boz Scaggs. Otra vez, nada de resonancias ni desfases dentro del rango de manejo lógico del woofer. En esta canción también se agradece que el equipo suene lo suficientemente claro para que esos graves de sintetizador que pueden ser muy molestos si no están donde deben estar, no intervengan en la voz ni en la percusión también electrónica. Toda la información disponible que emitían los woofers estuvo medida, nada de sobresaltos.

Una extensión mayor hubiera venido muy bien en esta canción, pero en cuanto a extensión en octavas no hay que perder de vista el hecho de que éste es un sistema pensado exprofeso para sonar como suena.

Ya pasado el escollo de los graves, decidí poner “On the Shore” de Arne Jansen trio, perteneciente a su trabajo “Younger than that now”. Guitarra eléctrica, batería/percusión y contrabajo los cuales a partir de los 3'30" empiezan a crear una atmósfera muy tenue y densa a la vez, cortada por el sizzle del platillo y soportado por un grave proveniente de un parche muy flojo del bombo más el tambor de suelo, y grabado de manera espléndida. Los efectos de sonido que son muy muy sutiles en cuanto a nivel y ubicación espacial fueron bien resueltos tanto de derecha a izquierda como de frente hacia atrás. Las texturas aparecen con el color adecuado y el detalle de la guitarra en triodos la edulcora de manera artificial pero agradable, aunque la pegada y el peso en pentodo eran superiores, por lo que es la elección que seguí manteniendo.

Pasé al pianista alemán Michell Wollny, del cual elegí "Nachtfahrten" del sello ACT. Piano, contrabajo y una batería grabada a 1 centímetro del micrófono. Ese bombo y ese redoblante, tan en primer plano que se cargan la canción al hombro y por eso necesitan que el equipo no se achique en los pedalazos y palazos que les pegan a los parches, y el sistema nuevamente se defiende honradamente con lo que le encomiendan. Nuevamente, más SPLs con soltura en graves hubiesen aportado todavía más drive a la música, pero vuelvo a repetirlo, no es un sistema pensado para eso.

Finalmente quise llevar al límite el agudo con dos grabaciones complejas en este sentido que no perdonan ninguna dureza
La primera es la hermosa versión de “Another day in Paradise” de Phill Collins, tocada por Landgren/ Wollny/ Danielsson/ Haffner de su trabajo “4 Wheel Drive” también sello ACT y grabado en vivo (estos muchachos graban muy muy bien). Si el sistema está pasado o bordeando lo agresivo en agudos, esta canción te lo pone en frente de los ojos. Los platillos del inicio sonaron con el cuerpo suficiente para no sonar vacíos, el tono de la madera del palillo golpeando el metal pesado y con sustancia le dio vida al fraseo que introduce la canción. La voz si bien está grabada con siseo y al frente de la mezcla, ésta no molesta para nada aún con el timbre nasal del cantante. Una experiencia para repetir. Y así lo hice en triodos. Y voy a ser insistente en este aspecto, y la extensión de agudos muestra una caída que está deliberadamente buscada, pero no es un sistema pensado para eso. (Lentamente me estoy volviendo un tube-boy).

Ya para cerrar la escucha, lo hice con otra versión, la de "Don't give up" de Peter Gabriel, del disco “Imagine Proyect” de Herbie Hancock, cantado por P!nk y John Legend.

Acá fui espectador de primera fila de cómo Gonzalo escuchó la canción de punta a punta, sin mover un dedo, sorprendido creo yo por la capacidad de presentar una grabación filosa y llevarla al plano disfrutable. Es que esa es una virtud de las cajas "humanas". Son permisivas, se alejan del ultra detalle y el respeto reverencial por lo grabado para presentar el arte musical de manera más suculenta. De otro modo hubiese sido muy difícil con este disco, doy fe que si hay algo mal en el balance tonal es inescuchable ya a volumen moderado.

Aclaraciones y opiniones finales

Al principio puse un tilde con respecto a las exigencias del tratamiento acústico, y es que conociéndolo a Gonzalo, intuía por donde iban a venir los tiros.

La sala no fue llevada a la neutralidad. Está un poco "viva" y se nota más de medios graves hacia abajo. ¿Porqué? Creo yo que ahí radica el color necesario para que la música cobre energía y peso. Se está sacrificando un poco de control, pero solo un poco, en pos de dotar de huesos a la música. A mi entender el compromiso conseguido entre Gonzalo y Sergio calza justo en sus necesidades tanto sonoras como estéticas. Es un espacio musical y de estudio de artes, llevarlo a algo más estructurado hablando de control casi que atenta con la subjetividad.

Me hubiese gustado más control en la octava más baja pero el precio a pagar sería el extremo grave y en esta sala no hay subwoofers, por lo que sería una jugada donde habría más para perder que para ganar, porque se está caminando en el filo de que suene flaco por el combinado sala/cajas.

Es un sistema planteado de modo radicalmente distinto al principal del tándem Tannoy/AudioNote, éste es más intimista y dinámicamente más intenso porque está planteado para la escucha de música rock/pop y afines. Presenta un sonido más "in your face", casi de monitor y más cerrado de tamaño en escena sonora pero no está pensado para masas orquestales que necesitan esa grandilocuencia para lograr convencer.

Y también comentar de pasada y sin permiso que hay previstos cambios en la electrónica de control y ataque. A eso quiero volver a escucharlo.

Hablando lo con ellos por separado confirman mis teorías de lo que escuché, cuadran con la parte técnica objetiva de la obra acústica, de la alegría de su dueño y la falta de ganas de salir de esos 24 metros cuadrados.

La suma de todo lo dicho hace que el resultado del tratamiento acústico de la sala merezca un comentario aparte, pero baste decir que no quiero ni imaginarme lo que podría sonar el sistema principal de Gonzalo si el living tuviese un tratamiento acústico de esta excelencia.

Para resumir y en pocas palabras, incluyo una serie de pros y contras del sistema colocándome del lado más neutral posible (lo siento pero me gusta rockear), y serían:

Pros: Cons:

Mis más sinceras felicitaciones a Gonzalo y a Sergio por un proyecto complicado y exigente llevado a muy buen puerto.

D.A.

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